Dentro del recinto de San Juan del Hospital se han hallado numerosos restos arqueológicos, losas de piedra, cerámica, y grandes y antiguos recipientes: tinajas y ánforas. Muy interesantes todas y cada una de ellas.
Las primeras que aparecieron fueron las ánforas. Tres ánforas acústicas.
¿Por qué acústicas? Su uso no era para contener líquidos como alimento de las personas. Estas ánforas contenían agua, si, al principio, mientras se colocaban ejerciendo peso sobre los arcos y bóvedas, hasta que se asentaba el mortero y todo quedaba bien fraguado. Después el agua se iba evaporando y quedaban huecas, ya no pesaban, aligerando así los paramentos de las bóvedas.
Pero no acaba ahí su curioso uso. Alguna de ellas, las que estaban casi en contacto con el exterior, (interior de la nave), tenían un agujero en la parte lateral superior donde se colocaba una caña hueca, que llegaba hasta el exterior y por el cual las ondas del sonido penetraban y resonaban. Una cámara de resonancia.
Es un sistema muy antiguo. Vitrubio ya lo usaba y explicaba. En numerosas iglesias medievales se han encontrado sobre la bóveda o los arcos.
¿Dónde se encontraron estas de San Juan? Lo mismo. Sobre las bóvedas de la Capilla de la Virgen de los Estudiantes. En los primeros años de la recuperación del templo, durante la década de los 70.
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Las tinajas es un capítulo aparte y de mucho interés. Tinajas grandes había desperdigadas en los patios del conjunto histórico; habían sido utilizadas como maceteros, (se pueden ver en fotografías antiguas). Su procedencia la ignoramos.
Ya en la década de los 90, al acometer excavaciones arqueológicas, dentro del proyecto global de recuperación de todo el recinto, como medio de obtener la máxima información sobre éste, se hallaron, en la zona oeste de la iglesia, enterradas a media altura varias tinajas. Una de ellas, separada del resto, parecía haber contenido grano; estaba rota en su parte superior, como para dejarla a nivel del suelo; seguramente en alguna antigua adecuación del bajo en que se encontraba.
Otras tres tinajas, muy semejantes a la anterior, de barro cocido, se encontraron agrupadas bajo el suelo en la zona recayente a la Calle del Milagro. Cerca de ellas, también enterrada en el subsuelo, había una antiquísima tinaja de piedra, de estilo árabe, como pueden verse aun en Marruecos y norte de África. Se sacaron con mucho cuidado, pero a excepción de la tinaja de piedra todas estaban fragmentadas.
¿Por qué se hallaban allí y para qué se habían utilizado? En su fondo, tras analizar los restos aun pegados, se encontró posos de tintes. Muy cerca, a escasos seis o siete metros hay un azud, un paso de agua, de los varios que rodean al recinto hospitalario.
¿Serían lo que quedaba de todo un sistema de bataneria?
No hace mucho hemos encontrado el siguiente texto: “Los batanes se comenzaron a utilizar en España en el s. XII, aunque hay constancia de que ya en el siglo V a. C. existían en Grecia.
Efectivamente, son muy antiguos: Se puede leer en Isaías 7,1-17: “Entonces el Señor dijo a Isaías: Sal al encuentro de Ajaz, con tu hijo Saar Yasub, hacia el extremo del canal de la Alberca de Arriba, junto a la Calzada del Batanero, y le dirás: Vigilancia y calma.”
El papel de las órdenes militares, ha sido oscurecido por la fijación literaria en sus gestas guerreras en Siria, Palestina, Egiptp… etc. durante la época de las cruzadas y siglos posteriores. Tenían una concreta estructura social y disponían de muchas posesiones: las Encomiendas, que se extendían a lo largo de toda Europa occidental. Fueron el hilo conductor de innovaciones culturales y técnicas, como la introducción del bataneado en Inglaterra por los Caballeros de San Juan, o la infraestructura bancaria de los Templarios (y motivo de su hundimiento),
Pero antes: ¿Qué es batanear? Pues sencillamente apisonar, apalear la ropa mojada, los tejidos, para dejarlos flexibles y homogéneos. Pero, con un artilugio especial para ello, que ese fue el avance técnico que trajeron los sanjuanistas a sus sedes y prioratos. De ello no queda nada en S. Juan del Hospital, cierto, pero tampoco es erróneo imaginar que una sede albergue-hospital, en una ciudad recién conquistada y aún en guerra a lo largo de sus fronteras, necesitaría lavar, teñir y recomponer ropa. ¿No tendría sentido ese uso para las tinajas?
Y ahí lo dejamos. También es interesante para el lector imaginar o debatir.
Margarita Ordeig Corsini
Directora técnica del Museo del Conjunto Hospitalario de San Juan del Hospital de Valencia