En esta época del año se inicia un fenómeno que vive su plenitud tras la festividad del santo titular del templo
Valencia no deja de descubrirse, aunque su larga historia nos lleve a épocas previas a la llegada de los romanos. Pasan los años, avanzan los siglos y la ciudad continúa abriéndose a la historia, demostrando todo lo que fue en tiempo pasados. Valencia fue romana y después visigoda y muchos pueblos más vinieron después hasta que llegó Jaume I y cambió por completo al Cap i casal. En uno de los edificios con mayor historia de la ciudad de Valencia, que se asienta actualmente sobre parte del circo romano y de un cementerio medieval, se descubre durante esta época del año un efecto solar «llamativo», según describe el rector Carlos Cremades. En la iglesia de San Juan del Hospital ocho focos solares iluminan la estancia gracias a ocho orificios que se encuentra en la ojiva central del ábside. De una cruz de San Juan se proyecta un efecto casi desconocido y que recorre la estancia dejando colores mágicos.
El rector del templo, Carlos Cremades, recuerda en LAS PROVINCIAS el primer día que se percató del efecto solar, como en el interior de la iglesia ocho focos iluminaban a cada hora un punto de la capilla y cómo a las 10 horas del día de San Juan se sitúan justo en el centro del pasillo de la iglesia, «mientras estamos celebrando la misa del santo». Cremades resalta que la plenitud de los ocho focos solares sólo se da en un día en concreto y que todo nace de «un rosetón con ocho huecos que se ven perfectamente y que forman la cruz de San Juan».
«Cuando el sol ya está fuera, después de amanecer, los orificios dejan pasar la luz inicialmente en la pared sur del templo y conforme van pasando las horas esos ocho puntos, más o menos difuminados, van recorriendo el interior pasando entre bancos», recuerda un rector que se llevó una gran sorpresa al percatarse tras su llegada a esta céntrica iglesia de un fenómeno que ningún predecesor le había comentado.
Este efecto, o similar, se percibe el 15 de agosto a mediodía en una de las estancias del Miguelete, pero sólo en ese día en ese momento en concreto. La luz de San Juan del Hospital tiene la particularidad que aparece en fechas previas al solsticio de verano, antes de la festividad del titular de la iglesia y según Cremades «pocos días después, no llega a mediados de julio, desaparece».
La directora estima que este tipo de elementos arquitectónicos se disponían en los templos «para resaltar algo importante, un acontecimiento o un lugar secreto». En el caso de San Juan del Hospital según puntualiza Ordeig hay que tener en cuenta que «la planta del templo fue modificada»por lo que si apuntaba a algún lugar en concreto ha podido desaparecer. Teniendo en cuenta las fechas que tiene de ‘aparición‘, Margarita Ordeig se decanta por señalar el solsticio de verano y la festividad del titular de la iglesia y patrono de la Orden del Hospital de Jerusalén, San Juan.
Durante los días en los que el sol luce como sólo en Valencia sabe, dentro de San Juan del Hospital los rayos dejan «una flor o corona solar» que sólo se puede ver en esta época del año. Tal vez su función sea indicar la festividad del titular San Juan o que en su momento también señalara un punto en concreto dentro del templo. Hoy es un efecto casi mágico, desconocido y que llama la atención a cualquiera que lo contemple en directo. Del muro sur a la zona norte, el interior de la iglesia de San Juan del Hospital se ilumina pese a no tener ventanas. Ocho puntos de luz lo hacen posible cada día durante esta época del año. Una muestra más que la Valencia antigua nunca desaparece.
El misterio de la corona de luz de San Juan del Hospital
Una señal luminosa regresa a la iglesia más antigua de València coincidiendo con la llegada del verano
Diario EL LEVANTE Moisés Domínguez 10.06.2020
Mírese la nave principal de la iglesia de frente y desde el fondo. Encima del altar mayor hay una estrecha ojiva con nueve pares de vidrieras. En la parte superior se remata con una cruz de ocho puntos, que completa la circunferencia con cuatro vidrieras.
A partir de ahí, el astro rey es quien interviene. El rector Carlos Cremades ha estado observando el fenómeno desde hace años. «Los orificios generan una corona de ocho círculos Cuando amanece y el sol va subiendo, el dibujo con los ocho círculos se proyecta en el suelo y muros de la nave de la iglesia, según la estación del año en la que estemos».
Una corona formada por cuatro círculos que se cortan casi tangencialmente, dejando un centro de sombra.
Cada mañana, la misteriosa corona va lamiendo con su luz el interior de la iglesia. «En el románico y en el gótico cuidaban mucho la luz del sol». Era la única que tenían, no como ahora, en el que los muros comparten la servidumbre de los cables eléctricos. Y la alineación planetaria va moviendo la corona. Primero deambula por un lateral del edificio. Posteriormente va cayendo a la zona de los asientos.
Y el pasado año, el día de la Asunción de la Virgen, a las diez menos cuarto de la mañana, transitó lentamente por el centro justo de la nave. En el pasillo central, iluminando los sepulcros. Después, en las semanas siguientes, la luz pasaba al otro lado e iba perdiendo fuerza conforme pasan las semanas y el sol va inclinándose en el plano de la Tierra, acortando los días.
La corona de luz, el día de la Asunción transita por el centro de la nave
Asunción… ¿o San Juan?
Una genialidad de los sabios de siglos atrás, en el que el movimiento del Sol se conocía al dedillo. En la actualidad se trabaja sobre otra posibilidad: que el juego de luces no se concibiera pensando en la Asunción, sino en San Juan, bajo la tesis de que el calendario medieval está desplazado del contemporáneo.
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