Para reservar fecha para contraer matrimonio en San Juan del Hospital recomendamos la presencia personal en la oficina (+34 96 392 29 65, oficina@sanjuandelhospital.es). y, en la medida de lo posible, hablar con el Rector o con alguno de los sacerdotes de la iglesia.
El expediente para que se pueda celebrar un matrimonio canónico es recomendable comenzarlo tres meses antes de la fecha de la celebración del matrimonio.
Los cursillos prematrimoniales se pueden realizar en cualquier parroquia/iglesia, en función de las fechas y modalidades en los que se impartan (semanales o intensivos de fin de semana, etc.)
Los cursillos prematrimoniales en San Juan del hospital se celebran a lo largo de todo el año, concretamente la primera semana completa del mes (ver agenda) de lunes a viernes, de 20’30 a 21’30 horas.
Para aquellos que no estén confirmados, la semana siguiente a los cursillos (y también de 20’30 a 21’30 horas) se imparten unas catequesis intensivas para poder recibir la Confirmación en fecha próxima.
El Sacramento del Matrimonio
Cristo quiso nacer y crecer en el seno de la Sagrada Familia de José y de María. La Iglesia no es otra cosa que la «familia de Dios». Desde sus orígenes, el núcleo de la Iglesia estaba a menudo constituido por los que, «con toda su casa», habían llegado a ser creyentes (Hch 18,8). Cuando se convertían deseaban también que se salvase «toda su casa» (Hch 16,31; 11,14). Estas familias convertidas eran islotes de vida cristiana en un mundo no creyente.
Dios que ha creado al hombre por amor, lo ha llamado también al amor, vocación fundamental e innata de todo ser humano. Porque el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios (Gn 1,2), que es Amor (1 Jn 4,8.16). Habiéndolos creado Dios hombre y mujer, el amor mutuo entre ellos se convierte en imagen del amor absoluto e indefectible con que Dios ama al hombre. Este amor es bueno, muy bueno, a los ojos del Creador (Gn 1,31). Y este amor que Dios bendice es destinado a ser fecundo y a realizarse en la obra común del cuidado de la creación. «Y los bendijo Dios y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla» (Gn 1,28).
Los protagonistas de la alianza matrimonial son un hombre y una mujer bautizados, libres para contraer el matrimonio y que expresan libremente su consentimiento. «Ser libre» quiere decir no obrar por coacción y no estar impedido por una ley natural o eclesiástica. El consentimiento consiste en un acto humano, por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente. «Yo te recibo como esposa … Yo te recibo como esposo». El consentimiento debe ser un acto de la voluntad de cada uno de los contrayentes, libre de violencia o de temor grave externo. Ningún poder humano puede reemplazar este consentimiento. Si esta libertad falta, el matrimonio es inválido.
En su modo y estado de vida, los cónyuges cristianos tienen su carisma propio en el Pueblo de Dios. Esta gracia propia del sacramento del Matrimonio está destinada a perfeccionar el amor de los cónyuges, a fortalecer su unidad indisoluble. Por medio de esta gracia se ayudan mutuamente a santificarse en la vida conyugal y en la acogida y educación de los hijos.
El amor conyugal exige de los esposos, por su misma naturaleza, una fidelidad inviolable. Esto es consecuencia del don de sí mismos que se hacen mutuamente los esposos. El auténtico amor tiende por sí mismo a ser algo definitivo, no algo pasajero.
Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coronados como su culminación. Los hijos son el don más excelente del matrimonio y contribuyen mucho al bien de sus mismos padres.
En nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe viva e irradiadora. El hogar cristiano es el lugar en que los hijos reciben el primer anuncio de la fe. Por eso la casa familiar es llamada justamente «Iglesia doméstica», comunidad de gracia y de oración, escuela de virtudes humanas y de caridad cristiana.
Respuestas a preguntas frecuentes
- ¿Qué es el Matrimonio?
- El sacramento del Matrimonio crea entre los cónyuges un vínculo perpetuo y exclusivo, y confiere a los esposos la gracia necesaria para alcanzar la santidad en la vida conyugal y acoger y educar a los hijos. Jesús enseña que la unión matrimonial es indisoluble: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10, 9).
- ¿Cuáles son las propiedades esenciales del Matrimonio?
- La unidad, indisolubilidad y la apertura a la fecundidad.
- ¿Cuál es la edad mínima para casarse?
- En la mayoría de naciones, la edad mínima para casarse es de 18 años. Se requiere de un permiso eclesiástico para hacerlo antes de la edad mínima establecida.
- ¿Qué se exige cuando uno de los esposos no es católico?
- Para ser lícitos, los matrimonios mixtos (entre católico y bautizado no católico) necesitan un permiso eclesiástico. Es esencial que el cónyuge católico confirme el compromiso, conocido también por el otro cónyuge, de conservar la fe y asegurar el Bautismo y la educación católica de los hijos.
- ¿Qué es el consentimiento matrimonial?
- Es la voluntad expresada por un hombre y una mujer de entregarse mutua y definitivamente con el fin de vivir una alianza de amor fiel y fecundo. Para que el Matrimonio sea válido, éste debe de tener como objeto el verdadero Matrimonio, y ser un acto humano, consciente y libre, no determinado por la violencia o la coacción.