A partir del próximo jueves 2 de febrero, todos los  PRIMEROS JUEVES de cada mes, para seguir la tradición, con especial relevancia al acto y facilitar a todas las personas y familias que puedan venir, tendrá lugar de 19:30 a 20:30:30h.

RESTO DE JUEVES del mes, continuará como hasta ahora la Exposición y Bendición con el Santísimo, de 18:00 a 19:00h.

La adoración de la Eucaristía es una consecuencia de la fe en la presencia real de Jesús bajo las especies de pan y de vino. Jesús mostró su inmenso amor “hasta el extremo” de quedarse con nosotros. Esta presencia es el mayor tesoro de la Iglesia. Porque queremos devolverle tanto amor conservamos la especie eucarística del pan en los sagrarios. Queremos tenerlo cerca y estar con Él. Con la adoración prolongamos su presencia en la celebración de la misa.

Adorar significa rendir culto, reconocer que Cristo es mi Señor, la majestad, la misericordia de Dios. También significa honrar con afecto y amor a alguien. Para nosotros es entrar en íntima relación con el Señor. La adoración sólo se ofrece a Dios. A la Virgen María y a los santos los veneramos. La adoración eucarística es el acto de reconocer que Dios mismo está en Jesús-Eucaristía. 

La adoración eucarística es un momento de intimidad, de confianza y de amistad con Dios. En esos ratos de oración ante el Santísimo, ante Jesús Sacramentado, recordamos que su presencia es fruto del amor que nos tiene. Es un momento oportuno para renovar nuestro propósito de ser santos y de responder generosamente al amor de Dios. En la adoración a Cristo Jesús también podemos pedir perdón por nuestras faltas y pecados, reconociendo así, con humildad, que sólo Él tiene el poder para perdonarnos y que lo ejerce por medio de sus sacerdotes en el confesionario, renovando nuestra confianza en su misericordia.

Podemos rezar por los demás, por nuestros familiares, los amigos, por los necesitados, los sufrientes, los enfermos, los agonizantes, los pobres… También por la Iglesia, el Papa, los obispos, los sacerdotes…

El himno ‘Adoro te devote’, compuesto por Sto. Tomás de Aquino.

¡Qué bien se explica ahora el clamor incesante de los cristianos, en todos los tiempos, ante la Hostia santa! Canta, lengua, el misterio del Cuerpo glorioso y de la Sangre preciosa, que el Rey de todas las gentes, nacido de una Madre fecunda, derramó para rescatar el mundo. Es preciso adorar devotamente a este Dios escondido: es el mismo Jesucristo que nació de María Virgen; el mismo que padeció, que fue inmolado en la Cruz; el mismo de cuyo costado traspasado manó agua y sangre. San Josemaría Escrivá. Es Cristo que pasa, 84

 “Qué hermoso ver hasta dónde nos ha amado Dios que se ha hecho PAN por nosotros para alimentarnos de su Cuerpo y se ha hecho presente en el cuerpo de los pobres para que los podamos alimentar dándoles el pan”.  Santa Teresa de Calcuta.