Visita
Puntos de interés – Patio sur
1. Cripta de Santa Bárbara y spina del circo romano
Desde la calle del Trinquete de los Caballeros (su nombre indica el uso para este juego), se accede a lo que fue el Patio de Santa Bárbara tras el muro almenado, que ya figura en el plano de Tosca de 1704. En este pequeño recinto se encuentra la entrada a la cripta de Santa Bárbara. Esta cripta se reconstruyó en el siglo XVI, pero para ello se reutilizaron los elementos pétreos del siglo XIII y XIV del arco-solio primitivo del enterramiento de la emperatriz Constanza de Grecia.
Es un espacio de planta rectangular cubierto con bóveda de medio cañón, con ladrillo dispuesto a rosca, con las medidas aproximadas de seis metros de largo, tres de ancho y cuatro de profundidad. En el fondo se encontró la parte oeste de la spina del circo romano del siglo III.
La identificación de un circo romano en el subsuelo de Valencia es el hallazgo más sorprendente e inesperado que ha tenido lugar en la ciudad. Fue posible gracias a un continuo y sistemático trabajo de arqueología urbana, desarrollado entre 1987 y 1997. Hasta entonces, ningún testimonio histórico, epigráfico, urbanístico, toponímico o arqueológico indicaba que hubieran existido carreras de carros en Valentia. Los estudiosos suponían una errónea baja categoría a nuestra población durante el Imperio Romano.
En 1996, la Comisión Europea de Cultura aprobó un proyecto para recuperar el primer enterramiento de Constanza de Hohenstaufen. Al excavar la zona de la tumba original, apareció una cripta de considerable tamaño: en el suelo, los restos de un muro y los estratos de grava fueron identificados como la spina y la arena del circo. También se hallaron restos cotidianos de los habitantes de entonces: tarros de esencia o lacrimarios, copas, pulseras y cuentas de collar. El hallazgo de la spina, junto con otros restos encontrados en los alrededores, sirvió para identificar el circo romano de Valencia y determinar su métrica, según la investigación y estudio de Albert Ribera.
2. Cementerio medieval
Avanzando hacia el fondo del patio, se llega al espacio cementerial, núcleo de interesantes y únicas construcciones hospitalarias. Se trata del único cementerio medieval que conserva la ciudad de Valencia. La restauración de este espacio permitió recuperar gran parte de sus estructuras funerarias medievales, la capilla hospitalario-funeraria y las distintas tipologías de enterramiento medieval: en fosa, arcosolio y cripta.
En el pavimento se encuentran representados los enterramientos en fosa, tal y como se encontraron en las excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 1997-1998. Las estelas funerarias halladas, que identificaban los cuerpos enterrados en fosa, se dispusieron en un espacio paralelo a los arcosolios y en uno de los muros.
Durante la época islámica, esta zona era el jardín del Palacio del Emir de Valencia. Testigo de aquel uso es la fuente islámica que se encontró durante las excavaciones arqueológicas y que se encuentra protegida en su lugar original debajo del pavimento actual. En el siglo XX, el espacio fue utilizado como taller del diario Las Provincias.
3. Capilla hospitalario-funeraria o del rey Don Jaime (mitad del siglo XIII)
Es una de las primeras manifestaciones de la arquitectura gótica abovedada en tierras valencianas. Se trata de una edificación de mitad del siglo XIII, fundada por Arnau de Romaní, caballero de la conquista, como capilla de Santa María Magdalena (según el testamento de su nieto Llançol de Romaní, de 1324, que se halla en el Archivo del Reino).
Esta tipología de una capilla exenta en los cementerios hospitalarios parece derivarse de las primeras construcciones de los cruzados en Tierra Santa. Aparecen en el centro de espacios abiertos, con la capilla que actúa como eje de división simétrico. Esta solución fue adaptada por los hospitalarios y encontramos ejemplos en antiguos mapas de algunas ciudades de Europa, en Bélgica y en Alemania. Capillas completas, sin embargo, solo ha quedado la de Valencia.
Colocada algo elevada en el centro de un espacio dedicado a cementerio, está formada por una crujía y un ábside y fue cubierta por un tejado a dos aguas (como lo prueba el plano de Mancelli, 1601), aunque actualmente no se conserve. El interior es un tramo de bóveda de crucería, con nervios de piedra y plementería de ladrillo dispuesto a rosca. Su cabecera es poligonal con cubierta de cascarón románico. Los canecillos que circundan la cornisa son muy peculiares iconográficamente: las vieiras de los peregrinos, el León de Judá, la cabeza de un rey (¿Jaime I?), de una joven, etc. Jalonando toda la cornisa, la luna creciente boca abajo del escudo de los Romaní.
Tradicionalmente se le conoce como la capilla del rey don Jaime, porque en ella pudo oír misa el monarca de la Corona de Aragón.
4. Arcosolios del antiguo cementerio
Como algo anacrónico y lleno de misterio, vemos seis arco-solios adosados al muro de tapial que dominan el cementerio por el lado sur y que se podrían fechar en torno al siglo XIII y XIV. Era el cerramiento de la parcela original limitada por el callejón de Cristóforo Soler (cerrado en el siglo XV). Son arcos románicos y góticos, con algo más de un metro de profundidad, en los que en la parte inferior se abre un hueco: vas o carner, en el que eran depositados los difuntos.
Los arcosolios estuvieron en uso hasta mediados del siglo XVIII. Fue el último cementerio intramuros que se cerró en Valencia y cementerio de neo-natos. Se trata de lugares de enterramiento de cierto prestigio, pertenecientes a familias nobles o gremios. Documentalmente se conoce que muchos de ellos estaban decorados, no solo con escudos de las sagas allí enterradas, sino también con escenas piadosas como, por ejemplo, una Piedad, representada en el fondo del arco-solio de un tal Guillem de Montagut: así lo describe el documento del Visitador, que afirma que la pintura podía verse desde el interior de la iglesia, a través de la puerta románica sur.
Dos arco-solios conservan pinturas murales originales en el intradós de sus bóvedas, y en uno de ellos se encuentra representado el escudo de la familia Benet. El primer arco de la derecha (de medio punto), contiene una valiosa información en su policromía, ya que es igual a la de los más antiguos arcos de este tipo, obra de los cruzados en el siglo XI que se han encontrado en Duraeuropos, Siria. Estaban policromados con el color gualda en su rosca superior y el almagra en los pilares inferiores. Así se puede ver en este arco del cementerio de San Juan del Hospital. Lo que indica su antigüedad y tradición medio-oriental. Han sido restaurados en su fábrica y sus policromías, y se han producido numerosos hallazgos tanto técnico-constructivos como de cerámica y ajuar funerario.
A la derecha de la puerta románica de entrada a la iglesia desde el patio sur, impostado, rompiendo la fábrica de la puerta, se puede apreciar un arcosolio sumamente interesante. Es uno de los mejor conservados, que tiene estructura de arco apuntado con restos de decoración mural: las cruces rojas de los caballeros cruzados. Es la sepultura de Fernández de Heredia, de la última década del siglo XIV.
Compartir en redes