Francesc Llop i Bayo (Valencia, 1951), antropólogo y campanero español. Es experto en todos los aspectos de las campanas (conservación, restauración y toques) y campaneros. Ha realizado un inventario de todas las campanas de las catedrales de España auspiciado por el Ministerio de Cultura (1.076 campanas en 94 catedrales).
Durante el desarrollo del proyecto Raphael, en 1996-97 y debido a las excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en el patio sur del Conjunto de San Juan del Hospital, entramos en contacto con Francés Llop, que era el responsable, en la Dirección General de Patrimonio, del área de Arqueología y Etnología.
Su asesoramiento e interés y atención amable, fueron un apoyo desde el principio.
Posteriormente al comenzar el Plan Director sobre el monumento y dependencias, por parte del Ministerio de Cultura, en el cual se iba estudiando en detalle cada zona del conjunto, decidimos poner en su conocimiento y orientación el estudio del campanario de la iglesia, de difícil acceso.
Francès Llop es un gran conocedor y experto en torres de campanas y toques de las mismas. Ha sido durante años el organizador y recuperador de esta tradición. Nadie mejor que el para que nos comentara que veía, como fue y el porqué de algunas preguntas sobre la abandonada torre.
No era fácil subir a verla. El principio de la escalera de caracol que sube hasta donde estuvieron las campanas, arranca en el interior de una cámara oculta, cuyo acceso está a casi siete metros de altura y hay que subir por una escalera apoyada en los sillares que se arquea por el peso.
El antiquísimo acceso a esta cámara, se realizaba por el interior del muro, en un “caraçol” (como dicen los documentos), estrechísimo, oculta a su vez la entrada al mismo.
Hay que tener en cuenta que el campanario aún no se estaba edificado. Lo que había en su lugar era una espadaña sobre la puerta románica, tal y como puede verse en el plano del P. Tosca.
Al construir, ya en el s. XVIII, el campanario actual, se apoyaron sus muros en los arcos ojivales de la estancia oculta, sirviendo de descarga. Construyendo una escalera exterior que en la remodelación del patio y estancias anexas, todas en pésimo estado, se demolió; quedando así aislada la torre que ya no poseía, ni sus campanas ni ninguna otra función tras la Guerra de la Independencia y desamortización posterior.
Francès Llop, accedió a ella y pudo contarnos lo que hoy publicamos aquí.
SOBRE EL CAMPANARIO Y LAS POSIBLES CAMPANAS DE SAN JUAN DEL HOSPITAL
La torre y las campanas
Pudimos ascender a la torre de San Juan del Hospital, de difícil acceso, aprovechando la oportunidad del andamio ubicado en la capilla lateral que sirve de sacristía, un 14 de julio de 2001, acompañando al Rector, D. Manuel de Sancristóval y Murua, a Doña Margarita Ordeig, responsable de las colecciones artísticas del conjunto, y un señor que actúa de servidor de la iglesia.
La sala de campanas, de escasas dimensiones (un cuadrado de 2 metros de lado) cuenta con cuatro vanos, recubiertos de tela metálica para impedir la entrada de palomas, y uno de ellos parcialmente cegado por un panel de madera que sirve de acceso a la cubierta de la iglesia.
En la sala se encuentran varios restos que denotan la existencia de dos campanas medianas, una frente a la otra, así como otra pequeña perpendicular a éstas, y unos mechinales en los ventanales que corresponden a esa campaña pequeña así como otro parcialmente cegado por obra de ladrillos. También hay un par de huecos en la pared bajo las dos campanas desaparecidas, así como dos bancos de obra, probablemente para reposo de los campaneros. En la escalera helicoidal de acceso a la sale de campanas se encuentran dos tablas de madera con un par de agujeros cada una, que debieron servir de guías para las cuerdas que permitían tocar las campanas desde abajo.
Las campanas existentes
No hay ninguna campana en la actualidad, pero creemos que hubo dos campanas grandes, probablemente aún existentes en la parroquia de San Juan y San Vicente, así como otra menor, para señales.
La existencia de dos campanas se confirma por dos caminos diferentes. Existe un manuscrito, obra de Mariano Folch, que describe las campanas de la ciudad de València, empezando a contar desde la pequeña e indicando la orientación de la mayor. Este documento está fechado hacia 1840, cuando se hizo la desamortización de los conventos. Habla de dos campanas, Bárbara y Juan Bautista, ubicada la mayor hacia el sur. Una está dedicada a Santa Bárbara, por su Cofradía, y la otra a San Juan Bautista por ser el titular de la parroquia.
Por otra parte, en la nueva parroquia de San Juan y San Vicente existen dos campanas, ubicadas en una terraza que da a la calle Isabel la Católica, e instaladas con yugo de hierro pero sin mecanismos automáticos, y que prácticamente no toca (una de las últimas veces que sonaron, de la que fuimos involuntarios testigos, fu la muerte del Papa Juan XXIII). Estas dos campanas, anteriores a la guerra civil, carecen de nombre propiamente dicho, y según los datos de que disponemos la menor lleva la inscripción AVE MARIA GRATIA PLENA así como los grabados de la Crucifixión, de la Purísima, de Santa Bárbara y una cruz de Malta, así como un escudo de España rodeado de banderas. Podría datarse a finales del XVIII. La otra campana lleva la inscripción A EXPENSAS DEL SR. CURA D. JOSE CASANOVA GIMENEZ AÑO 1900, así como la marca de fábrica de VICENTE ROSES E HIZO ADZANETA. Se adorna con una cruz, un anagrama de Jesús y un anagrama de María. La primera tiene un diámetro de 63 cm y un peso de unos 144 kilos, mientras que la segunda tiene 74 cm y 234 kilos aproximadamente,.
La diferente denominación no es contradictoria: es usual entre las campanas valencianas que el nombre asignado, el nombre por el que se las conoce tradicionalmente, no coincida con aquel escrito en sus flancos. Hoy esos nombres coinciden, pero antiguamente no era extraña la ausencia de nombre (como la jaculatoria de la campana menor o la dedicatoria de la campana mayor) de la manera que hoy entendemos y aplicamos.
De acuerdo con la información de Folch, la campana mayor estaba situada al sur, esto es hacia el lado de la cubierta de la iglesia.
Seguramente existió una tercera campana, mucho menor, en la torre, ubicada al lado del este, y que probablemente servía tanto para los avisos diarios (misas rezadas) como para las señales a los campaneros para que realizasen sus toques.
En consecuencia, a lo largo de la escalera habría dos cuerdas: una para la campana mayor y sus señales (toques de oración, de ánimas, incluso señal de toque a misa) y otra soga para la campana “señalera”, es decir esta menor, ahora inexistente, y que probablemente no voltearía sino que oscilaría, aunque según las manos y el conocimiento del sacristán podría tocar a golpes pausados, como si fuera a medio vuelo, a golpes repetidos tras un silencio, como si voltease.
La sala de campanas
La ausencia de grafitos en la sala nos da poca información sobre campaneros, campanas y toques, si descontamos una cruz, poco usual en nuestros campanarios, ubicada precisamente sobre la posible campana mayor y pintada con la misma almagre utilizada para la conservación a la intemperie de los yugos de madera. Otro grafito, hecho esta vez con el aceite utilizado para engrasar los ejes de las campanas y facilitar su volteo, indica “Barbara”, la campana menor de la torre.
Sin embargo nos llamó la atención un conjunto de cuatro huecos en los dos ventanales este – oeste, donde no estaban las dos campanas mayores. En el ventanal este se había reducido el vano, mediante dos pilares adosados, de manera que se ubicase en su extremo la citada campana pequeña de señales. En el lado contrario el vano se cegó parcialmente con un muro, probablemente para evitar corrientes de aire para los campaneros así como para mejorar la acústica de la sala. A poca altura hay una tabla de madera, que se explica con los cuatro mechinales antes citados.
Estos huecos pueden entenderse como la base para dos vigas de madera sobre las que se instalarían una serie de tablas que facilitasen el volteo manual de las dos campanas mayores; en consecuencia la tabla ubicada en el lado oeste serviría de quitamiedos (en los otros tres lados estaban ubicadas sendas campanas). La presencia de esta tarima intermedia supone un empobrecimiento de los toques de campanas, ya que una sola persona puede voltear ambas campanas o bien dos niños encargarse de ese volteo, con mucha menos gracia y variedad rítmica. Los dos huecos ubicados a unos 70 cm en el paño del muro que cierra la base del vano (que entre los campaneros valencianos se llama “mamperlat”) tienen como función servir para dar pequeños saltos necesarios para el volteo mediante una soga enrollada al brazo de la campana. Esta técnica, algo más complicada permite incluso el toque de las dos campanas por una sola persona, siempre que tenga la técnica y el vigor para hacerlo. Como hemos apuntado, la posterior aparición de la tarima indicaría el toque por niños o ancianos, como medida alternativa.
Propuestas de restauración de la sala
La sala debe mantener los cuatro “mamperlats” de unos 100 cm de altura, que no sólo sirven para protección de las personas que accedan, sino y sobre todo para acústica. También debe recuperarse una bóveda superior, desaparecida, y que aumentaría la resonancia de la sala. Sería igualmente conveniente, en el momento de la restauración de la torre, ubicar sendos agujeros verticales, en el centro de cada uno de los arcos de los ventanales, de unos 6 cm de diámetro, para facilitar el paso de eslingas u otros sistemas para subir, desplazar y mantener las campanas en la sala.
La protección contra las palomas, ahora felizmente resuelta mediante una tela metálica provisional que cubre los vanos por la parte interna, debe plantearse de una u otra manera según se conciba el conjunto de campanas del templo en el caso de campanas de volteo, éstas no deben tener entorpecimientos para su movimiento, mientras que en el caso de campanas fijas, pueden permanecer en el interior de la torre, con un cierre defensivo contra los pájaros. Una u otra alternativa depende de las campanas que se elijan para la torre.
Las campanas: posibles alternativas
Las escasas dimensiones de la torre, la vitalidad cultual del templo así como otros componentes culturales o litúrgicos delimitan el marco de uso de las nuevas campanas. Hay otras limitaciones, como son las visuales o la escasa altura de la torre, que aún enmarcan más las posibilidades de ubicación de un conjunto de campanas.
- Número de campanas – Parece necesario aumentar el número de campanas para la torre: dos, como antiguamente son insuficientes. Probablemente se necesiten al menos cuatro, a no ser que elijamos un carillón, dotado al menos con doce.
- Tipo de toque: campanas de volteo – Vistas las dimensiones de la torre, solamente podrían ubicarse cuatro campanas de volteo, que es la manera tradicional de tocar en la ciudad de Valencia. No obstante, esta manera, sonora y visual, queda muy limitada por las condiciones del campanario, que solamente visibles desde el patio de la propia iglesia. Las campanas apenas se verían voltear, aunque se oyesen La instalación de un conjunto de campanas que pudiesen ser volteadas de manera o automática, como se acostumbra ahora, se vería limitada no sólo por la falta de visibilidad de la torre, sino y también por el difícil acceso a la misma, ahora mediante un andamio y más adelante por una larga escalera vertical. Probablemente las cuatro campanas debieran llamarse, de menor a mayor, San Josemaría, Santa María, Santa Bárbara, San Juan Bautista, ubicando la mayor ahora hacia el patio norte, la mediana hacia la cubierta sur, la María haca el este y la pequeña hacia el oeste.
- Tipo de toque: carillón – El carillón, esto es el conjunto de unas campanas afinadas para tocar melodías, es poco usual en nuestras tierras. Apenas existe uno histórico, fuera de uso, en la Seu de Xátiva, y uno de concierto en la Basílica de Sant Pasqual de Vila-real, un monumental instrumento de 72 campanas (más otras 12 de volteo). Sin embargo ya existe un pequeño instrumento mucho más cercano a esta torre, en la Ermita de Santa Llúcia de la propia capital, con sólo 8 campanas, que constituyen el núcleo de un futuro instrumento de concierto, y que tocan melodías, religiosas o civiles, a cada hora en su punto desde las diez de la mañana a las ocho de la noche, aparte de los toques de oración y ánimas, así como las señales a misa.
Este instrumento no tiene campanas en movimiento, pero sirve para crear melodías, es decir una manera diferente, mucho más culta, de llamar mediante campanas Para que el carillón fuese un instrumento de concierto debiera disponer de al menos 21 campanas, y un teclado manual, aparte de los mecanismos electrónicos para el toque automático. El mayor número de campanas podría implicar por un lado un tamaño menor, y una posible participación de diversos donantes, incluso inscribiendo su nombre sobre la campana (aunque es recomendable las menores decoraciones e inscripciones posibles, a causa de la musicalidad de las campanas). El aumento hasta veinticuatro e incluso treinta y seis campanas (más son difícilmente ubicables, si hay que añadir el teclado) podría convertir no sólo al conjunto en un instrumento de concierto sino, y sobre todo, en un lugar de referencia sonora de la ciudad. Desde luego debe tratarse siempre de incluir un teclado manual que permita contar con artistas internacionales, mientras que con un teclado eléctrico éstos no querrían tocar el instrumento.
Las dos alternativas son excluyentes, a causa de las escasas dimensiones de la torre, tanto en volumen interno como en altura. Probablemente el volteo, más espectacular, fuese más propio de la parroquia tradicional, pero en estos momentos en que la Iglesia de Sn Juan del Hospital constituye un centro especial de espiritualidad, esta diferencia podría marcarse también con toques diferentes de campanas.
Creemos que todos estos elementos de juicio deben tenerse en cuenta, antes de proceder a la restauración de la torre, ya que de una u otra decisión depende también la actuación arquitectónica que deba hacerse.
Valencia, 22 de julio 2001
Dr. Francesc LLOP I BAYO