Ntra. Sra. de Los Dolores de San Juan del Hospital, situada junto al ábside en el reconditorio.

Ntra. Sra. de Los Dolores de San Juan del Hospital, situada junto al ábside en el reconditorio.

Por dos veces durante el año, la Iglesia conmemora los dolores de la Santísima Virgen que es el de la Semana de la Pasión y el 15 de septiembre.

Que de pie junto a la cruz de Jesús, su Hijo, estuvo íntima y fielmente asociada a su pasión salvadora. Fue la nueva Eva, que por su admirable obediencia contribuyó a la vida.

Siete son los dolores que tipifica la tradición piadosa con base a los datos evangélicos. Por orden son estos: la profecía de Simeón, la huida a Egipto, la pérdida de Jesús cuando tenía doce años en el Templo de Jerusalén, el encuentro con su hijo en la calle de la Amargura, la crucifixión y muerte sucedidas en el Calvario, el descendimiento y, por último, la sepultura. Pero, en realidad, de verdad fueron muchos más. Tuvo ella todos los dolores, ¿o es que puede pensarse que se quedara impasible ante la partida del casto esposo José, o que la intuición de madre no fuera capaz de advertir la animosidad creciente que la figura de Jesús iba despertando –in crescendo– entre los principales rectores de la sociedad que comenzaron poniéndole tropiezos, siguieron llamándole loco, continuaron denigrando su fama porque tenía trato con publicanos y pecadores y acabaron llamándole Belcebú hasta que decidieron tramar su muerte? Los siete enumerados son solo «hechos-clave» que marcan de modo especial su itinerario de dolor; pero fueron muchos más. Quizá el número siete tenga, en este caso un cierto sabor bíblico que indica plenitud.

Virgen María, tú que has pasado por un dolor tan grande y un sufrimiento tan profundo, ayudamos a seguir tu ejemplo ante las dificultades de nuestra propia vida.